En Puerto Rico, donde a nivel mitocondrial somos una mezcla de razas, en el exterior no todos nos vemos como esa mezcla y vivimos una historia diferente dependiendo de que si somos evidentemente negros, indígena, o blancos. Luego de viajar al Museo y Memorial del Legado (Legacy Memorial and Museum) en Montgomery, Alabama, regresé más convencida de que tenemos que saber la verdad, la historia de lo que no solamente fue el pasado pero lo que infiltra nuestro presente. Mientras que a nuestras antepasadas negras en cautiverio le arrasaban sus crías de sus brazos para ser vendidos como propiedad y hacer labor y nunca recibiendo leche de su madre o parentalidad, entonces aprovechaban su lactogénesis para alimentar a las crías de la ama, o mujer blanca, cuyos descendientes ahora son las portadoras del campo de apoyo profesional en la lactancia. A la vez, para muchos en Puerto Rico, somos descendientes de esas personas que bregaban en la trata humana, y usaban a mujeres negras como estas nodrizas. Llevamos esta descendencia a nivel molecular y necesitamos conocer esta historia, donde seres humanos fueron secuestrados, transportados lejos de sus tribus, naciones, familias y amistades, tirados al mar abierto si morían o no eran del gusto del capitán, y luego construyeron la mayoría de los edificios y ciudades más importantes de todo el mundo sin remuneración o reparaciones modernas ningunas. Vivimos ese legado actualmente a través del sistema carcelario y el departamento de la familia, donde encierran a hombres y separan a madres/persona con úteros de sus crías. En la Semana de la Lactancia Negra, del 25-31 de agosto, ¿qué haces para tratar de mirarte en el espejo y reducir las tazas de mortalidad materno/parento/infantil negra?