En el capítulo anterior hemos visto el poder de la Palabra de Cristo primeramente enseñando con autoridad, luego liberando a los endemoniados y finalmente reprendiendo a la fiebre y curando a otros muchos enfermos. Ahora nos toca ver el poder de las Palabras de Jesucristo en este hecho conocido como la pesca milagrosa. Estando el Señor Jesús junto al lago y la gente se agolpaba para oir la Palabra de Dios. La fama del Señor era tal que muchos le seguían a fin de escuchar sus maravillosas palabras. Entrando en uno de los pequeños barquitos que empleaban los pescadores, Jesús, se apartó un tanto de la multitud y les predicaba el evangelio.