No todas las grandes películas son comprendidas al momento de su estreno, pero podemos decir con seguridad que el destino se cebó en éste, el primer largometraje de Jacques Rozier. Apenas llegó a los cines cuando ya se la declaraba un fracaso comercial absoluto, privando a su realizador de lo que podría haber sido una carrera extraordinaria. Ambientada en el verano del sexto año de la guerra de Argelia, la película se comporta básicamente como una comedia, pero una cuya tiniebla (que emana del conflicto en curso) pende permanente, como una nube, sobre las cabezas del trío protagonista: un chico que trabaja en TV y que está a punto de ser llamado al frente, y dos amigas con las que pasa la mayor parte de su tiempo libre. Quien los vea en acción, encontrará de inmediato puntos de contacto con el cine de Rohmer (las incertezas juveniles, el clima estival) y el de Truffaut (los amores difíciles), pero Adieu Phillippine en ningún caso es un simple antecesor de La rodilla de Clara o Jules et Jim: la maestría que despliega al narrar estas vidas que aún no tienen destino fijo nunca consiguió ser embotellada con la misma precisión, libertad y belleza. Sobre eso y más hablamos en este podcast.