En el pasado, todos los grandes reyes y emperadores expandían sus reinos teniendo en cuenta el bien de la gente. En verdad, hubo personalidades eminentes que, mientras se ocupaban en esas actividades para beneficio público, llegaron incluso a sacrificar sus propias vidas. Se explica que quien realiza actividades gloriosas siempre está vivo y nunca muere. Por lo tanto, esa fama debe ser el objetivo de la vida; en verdad, quien lo pierda todo por preservar su buena fama no perderá nada.