Reflexionando sobre este increíble escrito de Jeff Foster.


CUENTA TU VERDAD DE MIERDA.


He visto milagros suceder, cuando la gente solo dice la verdad.


No es la "buena" verdad.


No es la verdad que busca agradar o consolar.


Pero la verdad salvaje. La cruda verdad..


La verdad incómoda.


La verdad tántrica. La "jodida" verdad.




La verdad que temes decir.


La horrible verdad sobre ti


que escondes para "proteger" a los demás.


Para evitar ser "demasiado".


Para evitar ser avergonzado y rechazado.


Para evitar ser visto.




La verdad de tus sentimientos más profundos:


La ira que has estado ocultando, controlando.


Los terrores de los que no quieres hablar.


Los impulsos sexuales que has estado tratando de adormecer.


Los anhelos primarios que no puedes soportar articular.




Finalmente, las defensas se rompen,


y emerge este material "inseguro"


desde lo profundo del inconsciente.


Ya no puedes retenerlo.


La imagen del "buen chico" o de la "linda niña" se evapora.


El "perfecto", el "que lo tiene todo resuelto",


el 'evolucionado'... estas imágenes arden.




Temblas, sudas, te acercas al vómito,


crees que podrías morir haciéndolo,


pero finalmente dices la jodida verdad


la verdad de la que estás profundamente avergonzado.




No es la verdad abstracta. No es la verdad "espiritual".


No es una verdad cuidadosamente redactada diseñada para prevenir la ofensa.


No es una verdad bien empaquetada.


Pero una verdad humana desordenada, ardiente y descuidada.


Una sangrienta, apasionada, provocativa, sensual,


La verdad mortal indomable y sin adornos.


Una verdad inestable, pegajosa, sudorosa y vulnerable.




La verdad de cómo te sientes.


La verdad que le permite a otra persona verte en bruto.


La verdad que hace jadear.


La verdad que hace latir tu corazón.




Esta es la verdad que te hará libre.




He visto depresiones crónicas y ansiedades de por vida que se levantan durante la noche.


He visto evaporarse traumas profundamente incrustados.


He visto fibromialgia, migrañas de por vida, fatiga crónica, dolor de espalda insoportable, tensión corporal, trastornos estomacales, desaparecer y nunca volver.




Por supuesto, los "efectos secundarios" de la verdad no siempre son tan dramáticos.


Y no entramos en nuestra verdad con un resultado en mente.


Pero piensa en las enormes cantidades de energía que debes tomar para reprimir tu ferocidad animal,


adormecer tu naturaleza salvaje,


reprimir tu ira, lágrimas y terror,


defender una imagen falsa y fingir estar "bien".


Piensa en toda la tensión que está en tu cuerpo,


y el daño que hace a tu sistema inmunológico,


cuando se vive con miedo de 'salir'.




Arriésgate a decir tu verdad.


La verdad que tienes miedo de decir.


La verdad que temes hará correr el mundo.


Encuentra una persona segura: un amigo, un terapeuta, un consejero, o tú mismo y déjalos entrar. 


Déjalos abrazarte mientras te rompes.


Deja que te amen mientras lloras, te enfureces, tiemblas de miedo, y en general todo eso  hace de tí un desastre.




Dile tu jodida verdad a alguien: podría salvarte la vida, sanarte desde lo más profundo y conectarte con la humanidad de formas que nunca imaginaste.




- Jeff Foster-


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