Para la gran mayoría de los cinéfagos, el kung fu más que una disciplina física para el desarrollo de nuestras habilidades de combate, se convirtió en una gozadera para el desarrollo de nuestra capacidad de asombro. Poderosos peleadores que a golpe de manazo de grulla y patada de tigre (¿o era al revés?) imponían justicia lo mismo defendiendo el Templo de Shaolín que haciendo la revolución contra el Reino Unido y hasta defendiendo la portería en un juego de futbol imposible de creer. 


Bruce, Sammo, Jackie, Donnie, Michelle, Jet... se convirtieron en los héroes de leyenda que moldearon nuestro exótico gusto infantil por el cine de batallas imposibles, y que ahora ya no podemos dejar de ver.