Cuando comenzamos a caminar es frecuente encontrarse ante ciertas encrucijadas, cruces de caminos, bifurcaciones que desde siempre, desde el folclore más clásico, recogen historias de tentaciones nacidas de la propia metáfora del hecho de elegir. Estos lugares están sembrados de simbología, cruceros, refranes, consejos e historias. Quizás es verdad que en ellos, uno podía cruzarse con el diablo, la santa compaña, o peor, con la moraleja... Pero hay que caminar! Y Estar vivo, aquí y ahora, es tener que decidir desde lo más nimio y cotidiano hasta lo más transcendental. Hay quien cierra los ojos y lanza una moneda al aire, hay quien únicamente sigue el más camino más transitado, delegando la elección en el criterio colectivo (si es que existe tal cosa)... y hay por supuesto quien querría que todo el camino fuese una cinta transportadora que le condujese de la cuna a la tumba mirando por la ventana (de un dispositivo).

Pues bien. Hoy damos los primeros pasos, conscientemente, por el fango de esta senda digital, universal, y quizás poco transitada. En la mochila miles de nudos que desenmarañar, cientos de temas que aterrizar desde el carro de un auriga que necesita repostar, decenas de demoliciones pendientes para las ruinas del pensamiento... y una, sólo una clara intención... afilar el arma más poderosa, sacar la piedra porosa y frotar el filo del único artefacto, la única herramienta que puede cambiar el mundo... “la pregunta”, el signo de interrogación de hoja curvada, una sencilla hoz capaz de elevar hasta el cielo el mítico hongo nuclear... Un detonante que ubicado en la viga maestra y en el momento preciso es capaz de sentar unas nuevas bases, demoliendo los pilares, abriendo el techo de nuestra mente... por demolición.