Nuestro ego y, en parte, nuestra necesidad de sentirnos alguien nos lleva muchas veces a menoscabar al prójimo, sin conocerlo. Convertir a los demás en culpables de nuestras propias miserias no te beneficia en absoluto, porque, ni por asomo, resuelve tu situación. Con ello sólo consigues alimentar tu ego con pensamientos vacíos de contenido y engañarte a ti mismo, creándote una atmósfera imaginaria que no se corresponde con tu realidad. Mentir es algo negativo, hacerlo a uno mismo es, directamente, estúpido.

Es, por ello, que no hay que juzgar al extraño, al diferente, sin tomarnos la molestia de conocerlo. Ya no por el daño que podamos causar a esas personas, que está ahí, sino por el daño que, en gran medida, te estás haciendo a ti mismo.

Además, con ello, estarás centrando tu atención en significantes vacíos, muchas veces estereotipos, que te desvían de la oportunidad de crear un plan para salir del sitio donde no te gusta estar, si es que ésta es tu situación. Todo ello por no hablar de la profunda ignorancia con la que estarás llenando tu vida, desperdiciando por completo la ocasión perfecta para enriquecerte y construirte a partir de la realidad del otro, del diferente, del extraño.