Padre bueno, ante tu presencia, solos tú y yo, en este encuentro, se afianza mi amor por ti y se reafirma la necesidad de saberte cercano.

Te alabo y te bendigo, te doy gracias por todo lo que recibo de tu mano amorosa, por las circunstancias que a veces me toca vivir, por las alegrías y tristezas.

Te expreso mi gratitud y te pido que te encargues de todo lo que no puedo controlar en mi vida.

Te dejo en libertad, Jesús de Nazareth, para que construyas mis días, mis planes y mis sueños.

Madre Santísima María, bendice a todos tus hijos en esta tierra, voltea hacia nosotros tu rostro amable y que la luz de tu presencia y la abundancia de tus gracias nos acompañen siempre.

Amén