Padre bueno, ya termina el día; esta semana, y lo que yo deseo, es recibir tu bendición. Quiero ponerme ante tu presencia, que toques mi corazón para comprender la inmensidad de tu amor.

Yo te pertenezco y te pido que me guíes, como hijo tuyo que soy, para caminar siempre de tu mano.

Tu gracia y tu poder están siempre de mi lado y con esa confianza es que te pido y te agradezco.

Te dejo que me abraces fuertemente, que me cubras con tu manto, mientras te pido que la Santisima Vírgen María me abrace y me bendiga.

Amén