Hoy parece haber sido el día de llorar y llorar. Tal pareciera que el enemigo del puertorriqueño es el mismo puertorriqueño. Vivimos en una aldea global. Eso significa que sociedades de muchas partes del planeta van a un velocidad que nos invita, por no decir que nos obliga, a mantenernos competitivos, eficientes, eficaces. ¿Nos quedamos en el siglo 20, o qué hacemos? No son los más fuertes los que sobreviven, sino los que son capaces de evolucionar.