Al leer Génesis 21, trate de imaginar el gozo que el nacimiento de Isaac trajo al hogar del patriarca. Piense también en la tristeza que produjo la expulsión de Ismael.  Luego trate de sentir la desesperación de Agar e Ismael y la seguridad dada a ellos por el mensaje de ángel del Señor. Al fin el largamente esperado hijo nació. Veinticinco años habían pasado desde que Abraham y Sara entraron en Canaán.  Ahora Abraham tenía 100 años y Sara 90 (17:17).  A veces la fe del patriarca había sido débil, pero en general y al caminar con Dios había crecido cada vez más fuerte a través de los años.  Dios había esperado hasta que la avanzada edad de Abraham y Sara hiciera claramente imposible que ambos procrearan un hijo por la vía natural.  ¡Y luego nació Isaac! Su nacimiento fue sobrenatural, una obra de divina gracia y el cumplimiento de la promesa.