La historia del encuentro de Jesús con el ciego se relaciona con lo que Él ha dicho en el capitulo 8:12 "Yo soy la luz del mundo". Jesús da la luz al mundo en un doble sentido, no sólo sanando su ceguera física, sino también dándole la luz para conocerle a Él como el Cristo. Esta última iluminación es un milagro no menos grande que recibir la luz en los ojos físicos.