Lo que hoy vemos en la política es la derrota de los partidos por las miserias de los mismos partidos.

Entiendo que sin partidos no hay democracia, pero también que los partidos no son garantía de democracia ni que ésta haya pasado por ellos.

En México los partidos se han convertido en un coto de poder económico, algunos en franquicia, más que en institutos políticos, ya no digamos democráticos.

Y en la oposición, han dejado de existir.

No hay PRI ni PAN ni PRD ni PT ni MC, para no mencionar las franquicias familiares y al mejor postor del Verde y del PES.

Y en este escenario destaca Morena que teniendo todo por ganar por el efecto López Obrador, que se ha convertido en su peor enemigo por las luchas internas por el poder económico y político que heredaron de lo más bajo del PRD, sin que su fundador y razón de ser, el presidente, meta la mano para salvar a lo que hoy sigue siendo un movimiento, no un partido político, lo que le ha llevado a declarar que una cosa es el gobierno (el suyo) y otra Morena, en lo que tiene toda la razón.

Hoy Morena es una pandilla en la que los que quieren conseguir su candidatura presidencial, pelean a través de los candidatos a encabezarla, lo que será su perdición.