Dos nuevos campos de batalla en la guerra sin cuartel en la que nos encontramos. El pin parental y el Mobile Congress. "Los hijos no pertenecen a los padres", dice el Gobierno; "los hijos no pertenecen al Estado", responde Vox con el Partido Popular al rebufo. El problema es el verbo pertenecer. Hace ya tiempo que el mundo civilizado da por supuesto que el derecho de los padres sobre los hijos no es homologable al derecho de propiedad; ni el de los hombres sobre las mujeres; ni el de nadie sobre nadie; tampoco el estado, claro. Pero la objeción de conciencia no se activa automáticamente porque uno lo diga. ¿Tendremos después el pin fiscal o el pin judicial? ¿La objeción de conciencia a la totalidad sin pasar por los tribunales?