El Gobierno que, si no salta una sorpresa, va a nacer hoy, será no solo el el primer gobierno de coalición de nuestra democracia si no que además asociará a un partido socialista con otro a su izquierda. Solo tiene dos precedentes en Europa; Portugal en el 74 tras la Revolución de los Claveles y Francia en el 81 con Mitterrand. Ambos, muy radicales, acabaron pronto y mal.

El Gobierno de Pedro Sánchez nace lastrado por el peso de esta historia poco esperanzadora más el añadido de sus innumerables contradicciones internas que sus rivales no cesan de recordar, y asomado a todos los precipicios en su arriesgadísima apuesta de negociación, en el filo de la legalidad, con el independentismo catalán.