Venciendo el gigante del orgullo (autosuficiencia)



2 Reyes 5:1-3 “1Naamán, general del ejército del rey de Siria, era varón grande delante de su señor, y lo tenía en alta estima, porque por medio de él había dado Jehová salvación a Siria.

Era este hombre valeroso en extremo, pero leproso.

2Y de Siria habían salido bandas armadas, y habían llevado cautiva de la tierra de Israel a una muchacha, la cual servía a la mujer de Naamán.

3Esta dijo a su señora: Si rogase mi señor al profeta que está en Samaria, él lo sanaría de su

lepra.” (RVR1960)


En 2 Reyes capítulo 5 se relata la historia de un soldado que llego a conocer a Dios.


Como veremos, esta es una de esas historias bíblicas que a primera vista pueden parecer bastante alejadas de la vida en el siglo 21.


Pero al final, esta historia probara cierto el viejo adagio (old adage) que dice: Cuanto más cambian las cosas, más permanecen igual (the more things change, the more they stay the same).


De este fragmento de la vida militar, vamos aprender sobre las barreras internas que nos impiden enfrentar nuestros problemas y encontrar una manera de mejorar.


Y todo comienza cuando un poderoso General sirio llamado Naamán que contrae una enfermedad incurable.


Hay cuatro cosas que necesitamos saber acerca de Naamán.


Primera, Naamán era el líder militar de los ejércitos de Siria (Aram fue el antiguo nombre de

Siria).


Naamán no era cualquier General, él era un hombre valeroso en extremo,   un General cinco estrellas del Ejército de Siria.


Segundo, Naamán era un hombre muy poderoso.


Él tenía poder, influencia y gran riqueza que vino con su posición.


Tercero, Naamán fue exitoso en batalla.


A pesar de que Naamán era un pagano y Siria era una nación pagana, el Señor le había dado la victoria en el campo de batalla.

Y cuarto, Naamán tenía lepra.


Este hecho equilibra todo lo demás.

Para nosotros, hoy en día es difícil entender cómo los antiguos se sentían acerca de la lepra.

En muchos sentidos, la lepra fue el SIDA del Antiguo Testamento.


Esta era una enfermedad tan temida, que en Israel los diagnosticados con lepra eran separados del resto de la sociedad y obligados a vivir con otros leprosos.


Si ellos por alguna razón tenían cercanía con personas no infectadas, alguien iba delante de ellos

gritando: ¡Inmundo! ¡Inmundo!


De esta manera ellos les informaban a los demás que un leproso se acercaba.

La lepra en  el  Antiguo  Testamento  era un término  amplio que abarcaba  una variedad de

enfermedades de la piel repugnantes.


Entre otras, incluía la enfermedad moderna que llamamos: La Enfermedad de Hansen (Hansen’s

Disease).


Básicamente, la lepra era incurable, conducía a la desfiguración del cuerpo y eventualmente a la muerte.


Aparentemente, la lepra de Naamán estaba en las primeras etapas o era una forma relativamente leve.


Pero, cualquiera que hubiera sido el caso, la lepra le había cambiado drásticamente la vida a

Naamán, y lo había dejado con un futuro muy sombrío.


Este es un buen momento para simplemente comentar que incluso las personas más poderosas y autosuficientes, en última instancia son impotentes.


Hay cosas que todo el dinero en el mundo no puede comprar y que todo el poder terrenal no puede obtener.


A pesar de que Naamán fue uno de los hombres más poderosos de Siria, aunque tenía acceso al rey, y aunque podría tener lo que él quisiera, Naamán no podía hacer nada para curarse asimismo.


La riqueza, el poder y la influencia, todos esas cosas que nos hace sentir autosuficientes, esas cosas tan sólo nos pueden llevar un tramo, pero después quedamos impotentes.


Naamán era capaz derrotar a cualquier enemigo en la batalla, pero él estaba impotente contra la enfermedad que estaba tomando su vida.


Así que, con este trasfondo, hoy me gustaría tomar la historia de Naamán, para que a través de

esta historia aprendamos a vencer el gigante del orgullo (autosuficiencia).


Joshua Pinto

Senior Pastor

Faro Church

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