¿Quién es un profeta según la Biblia? En los tiempos Bíblicos había profetas que anunciaban el consejo de Dios y había profetas falsos que desviaban al pueblo hacia la idolatría o que desviaban los ojos del pueblo, a cosas materiales mediante prodigios y pronósticos que tenían cumplimiento. Es obvio que estos falsos profetas, al hacer milagros y prodigios, estaban siendo utilizados por el poder de Satanás. “Si algún profeta viene y les dice que tuvo una visión, o les anuncia que algo milagroso está por suceder, y el milagro realmente sucede, tengan cuidado. Si luego los invita a adorar a otros dioses desconocidos, no le hagan caso. En realidad, Dios quiere ponerlos a prueba y ver si lo aman con todo lo que piensan y con todo lo que son. Ustedes deben adorar únicamente a su Dios, y sólo a él deben obedecerlo y serle fieles. En cuanto a ese falso profeta, deberán condenarlo a muerte, pues intentó hacer que desobedecieran a Dios. Así eliminarán el mal que haya entre ustedes. Fue nuestro Dios quien los liberó cuando ustedes eran esclavos en Egipto, así que sólo a él deben obedecerlo.” Deuteronomio 13:1-5 TLA. De este pasaje podemos extraer dos principios muy claros: Primero, dentro del pueblo de Dios podrían surgir falsos profetas que “hablaran en nombre de Dios” para desviar al pueblo hacia sus intereses personales o los del mismo ”profeta”. Tenga en cuenta que la Biblia nunca menciona que el profeta se le debe pagar o el profeta debe cobrar “por la profecía”. En segundo lugar, la verdadera profecía debe ser distinguida en que motiva al creyente a andar en pos de Dios, a temerle, a conocerle, a guardar su Palabra, a servirle y sobre todo a seguirle solamente a Él. Este es el objetivo de la profecía en las Sagradas Escrituras. El objetivo nunca fue, ni el propósito de la profecía es tratar asuntos personales aislados y mucho menos de negocios.