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6: El Chupacabras

En qué quedó

English - November 10, 2020 04:00 - 14 minutes - 9.86 MB - ★★★★★ - 715 ratings
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Una criatura que evoluciona con el tiempo. Un mito puertorriqueño que resonó en el resto del mundo, aterrando a grandes y chicos. Hace 25 años se descubrió su huella y todavía no se le ha atrapado. Ha tenido muchos nombres, pero se le conoce mejor como "El Chupacabras".

Anfitrionas

Valeria Collazo Cañizares
Adriana De Jesús Salamán

Edición

Víctor Ramos

Música original

Rigoazulado

Transcripción

Dicen que se esconde aquí, monte adentro. A veces grita en el medio de la noche. Pero cuando alguien se asoma, solo ve su sombra, o su figura deforme que se vuelve a perder entre la maleza. Su olor fuerte, ácido, se queda impregnado. Quizás es por toda la sangre y los sesos que le bajan por la garganta. Mata cuanto animal encuentra a su paso. Los deja secos y fríos. Y a sus dueños, aterrados.  

Llevan 25 años buscándolo, pero nadie lo ha podido atrapar.

INTRO

Ha vuelto a aparecer. Esta vez en la costa norte de Puerto Rico.

Señora Barceloneta: “Bueno, a las 2 de la mañana yo sentí una gritería de perros, pero como yo estoy encerrá’ arriba, no me atreví a bajar para abajo”.

Es una bestia que, según testigos, brinca y vuela. Y en una comunidad de Barceloneta, mató a 17 gallos. 

Oficial Barceloneta: “Nosotros estamos haciendo una estrategia para ver si podemos subir al monte, el 26 o antes, para ver si logramos coger este dicho animal, esta gargola”.

De eso, ya van dos años. En su búsqueda de respuestas, los vecinos no sabían si llamarle gárgola o Chupacabras. Después de todo, las macabras escenas que dejaba a su paso no eran tan distintas a las que se le adjudicaban a aquella criatura que se hizo tan popular en los años noventa.

Archivo Carmen Jovet: “Cuando cae la noche, un velo de misterio arropa la isla de Puerto Rico. Animales en jaulas y en campo abierto están a merced de una muerte repentina y espantosa, a manos de un ser que ni la ciencia, ni los testimonios de cientos y cientos y testigos, lo han podido identificar”.

Los primeros ataques se reportaron en el municipio de Orocovis. La noticia sonó en la radio.

Silverio Pérez: “Estamos hablando de una tarde del 1995. Mi programa se llamaba ‘De eso yo quiero hablar’, por WKAQ”.

En medio del programa de Silverio Pérez, había una corta cápsula de noticias. Ese día, el reportero relató una escena extraña.

Silverio Pérez: “Que habían aparecido estas cabras muertas, sin ninguna sangre. Y que eso era un fenómeno que no se podía explicar”.

Una comunidad del campo era acechada por un fenómeno inexplicable. Había una escena grotesca, había temor y había misterio. Estaban todos los elementos para atrapar a la audiencia de inmediato. Pero faltaba una pieza clave, capaz de convertir un simple suceso en una leyenda. Y Silverio Pérez la encontró.

Silverio Pérez: “Bueno, pues cuando Armando termina esa noticia de este misterio que había ocurrido en Orocovis, yo le digo ‘Arnaldo, pues ojalá y mañana me puedas traer más información de ese Chupacabras que anda por ahí, por esos campos de Orocovis’”.

La cosa, el monstruo, el fenómeno, ahora tenía nombre. El Chupacabras, un nombre gracioso, pegajoso, perfecto.

Archivo Carmen Jovet: “En Estados Unidos, está el Big Foot o Sasquatch. En Escocia, el monstruo de Loch Ness. En el Himalayas, el Abominable Hombre de las Nieves. Y en Puerto Rico, el Chupacabras”.

Meses después de los primeros ataques, el llamado Chupacabras volvió a hacer de las suyas con la matanza de decenas de animales, esta vez en Canóvanas. Madeline Tolentino fue la primera mujer que juró verlo.

Archivo Madeline Tolentino: “Era una criatura que medía como alrededor de unos 3 a 4 pies de estatura, tenía pelo, la cara la tenía bastante aguzadita. Tenía los ojos bien grandes, que le cogían hasta los lados. Lo blanco del ojo no lo tenía. Eran completamente gris oscuro, como gelatinoso, como unos ojos mojados”.

Madeline dijo que la criatura tenía púas en la espalda y que no se parecía a ningún animal que haya visto antes. Según la testigo, el Chupacabras tenía un olor tóxico.

Archivo Madeline Tolentino: “Como que eso se le empieza a introducir a uno en la garganta y empieza a asfixiar a uno. De hecho, el nene se me ahogó. Él iba sentado en el ‘car seat’ y se ahogó y comenzó a toser. Yo dije ‘pues esto es que el Chupacabras está cerca’”.

El exalcalde de Canóvanas, José “Chemo” Soto, se tomó el asunto muy en serio. Lo convirtió en una misión personal, que se extendería por varios años.

Archivo Chemo Soto: “Esto es una cuestión seria, donde hoy está atacando animales y mañana puede ser que ataque a la gente. (...) Tenemos un promedio de más de 40 querellas. Y esas 40 querellas… yo sé que hay algo raro”.

Comenzaron a apodarlo Chemo Jones, por sus famosas expediciones de búsqueda. La gente empezó a referirse al municipio que dirigió por 20 años como “El Pueblo del Chupacabras”. Pero el Chupacabras ya era un fenómeno que no se limitaba a Canóvanas o a Orocovis.

Los reportes de avistamientos o ataques se multiplicaban.

Archivo: “A las 3 de la mañana yo sentí esos gritos que hacía ‘guuu, guuu’”.

Archivo: “Solamente en su cabeza, aparecen heridas que pueden ser producto del animal o de la cosa extraña que lo atacó”.

Sembraba el pánico.

Archivo Carmen Jovet: “¿De qué tienes miedo Juan Carlos? Del Chupacabras”.

Una leyenda nació en el campo de Puerto Rico y se regó como pólvora por el mundo.

Silverio Pérez: “Ya de ahí para abajo, la cosa se multiplicó. A mí me han venido a entrevistar de la televisión de Holanda para saber si yo tengo información sobre el Chupacabras. Yo me inventé la palabra, yo no sé nada sobre el fenómeno”.

Con el paso de los años, las descripciones del Chupacabras comenzaron a cambiar. Bueno, en realidad, el Chupacabras en sí mismo ya era prácticamente la evolución de una criatura anterior. En los años setenta, el Vampiro de Moca aterrorizaba los campos. Le llamaron así por las incisiones que dejaba en sus víctimas, generalmente ganado, en el área del cuello. 

En la década del 2000, al Chupacabras lo pintaban menos como vampiro o extraterrestre, y más como un animal extraño, sin pelos, que caminaba en cuatro patas. Si nos dejamos llevar por los relatos, era posible verlo en casi cualquier rincón de las Américas y hasta en Japón.

Archivo Chile: “Esta es la historia de los hombres, de los chilenos, atacados por el Chupacabras”.

Archivo Al Rojo Vivo: “El Chupacabras ha vuelto a atacar en Oklahoma”.

El Chupacabras es un fenómeno global. Hay camisetas, canciones, películas, miles de videos de YouTube, teorías, peluches, tazas, referencias constantes en la cultura popular. 

En una visita a Puerto Rico hace unos años, el chef Anthony Bourdain le dedicó unos minutos a nuestro monstruo criollo.

El chupacabras llegó hasta la Real Academia de la Lengua Española. Lo definieron como una criatura que, en la tradición popular americana, mata a sus víctimas para chuparles la sangre.

Y como casi todas las leyendas de su clase, el Chupacabras vive mientras haya gente que crea en su existencia.

Archivo Chemo Soto: “¿Usted cree que es el Chupacabras alcalde? Sí, eso es el Chupacabras. Eso no es más nada”.

Pero tenía que haber otra explicación. Un conocido criptozoólogo, es decir, una persona que intenta probar la existencia de criaturas misteriosas (y ojo, esto es pseudociencia, no ciencia), detectó una coincidencia significativa. En el verano de 1995, una película de terror llamada “Species” estrenó en Puerto Rico. Hablaba de una criatura alienígena con características muy similares a las del chupacabras que, supuestamente, comenzó a aparecer meses más tarde. 

Quizás la película estimuló la imaginación de algunas personas. Pero igual estaba la misteriosa muerte de animales. ¿Cómo se explicaba esa parte? Algunos se lo atribuían a rituales de santería, pero rápidamente fue desmentido porque los sacrificios de animales en esa religión no operan de esa manera. Entonces, se lo atribuyeron a monos que escaparon de centros de investigación científica, pero se dudaba que estos primates buscaran alimentarse de sangre y otros animales.

Hablamos con un científico boricua para analizar otras posibilidades. 

Jorge Vélez Juarbe: “Mi nombre es Jorge Vélez Juarbe. Yo soy curador de mamíferos marinos en el Museo de Historia Natural del condado de Los Ángeles”.

En la fauna de Puerto Rico, no hay grandes mamíferos o depredadores con las características que se le adjudicaban al chupacabras. Pero...

Jorge Vélez Juarbe: “En otras partes del mundo, no solo en Puerto Rico, se han visto perros, coyotes o animales ferales con sarna, que se les cae el pelo, y no estamos acostumbrados a ver animales sin pelo. (...) Y si es de noche, con poca iluminación, vemos algo completamente desconocido. Posiblemente inmediatamente pensamos en algo quizás sobrenatural o nuestro cerebro va en esa dirección”.

Es probable que el Chupacabras no sea más que un animal sarnoso y rabioso. Al menos, eso sugiere la evidencia en otros lugares.

Jorge Vélez Juarbe: “En Texas, hicieron una observación de lo que era supuestamente un Chupacabras y realmente era un coyote con sarna, no tenía pelo y se veía muy raro”.

Para ser más categóricos...

Jorge Vélez Juarbe: “No existe un Chupacabras. No hay nada biológico que se aproxime, que se alimente o que tenga esas características. (...) En gran parte, son desconocimientos de la naturaleza que nos rodea, trucos de la imaginación de uno. Una combinación de ambas cosas”.

Si no hay base científica, ¿por qué estas leyendas sobreviven en el tiempo? ¿Por qué se propagan tanto y tan rápido?

Mónica Feliú Mójer: “Ese tipo de historias apelan a la imaginación, a veces apelan al sensacionalismo. Y eso, al ser humano le gusta. (...) Así es que ese tipo de situaciones se presta a este tipo de pensamiento conspiratorio que es como que ‘ok, eso que tú me dices no hace mucho sentido, pero pues puede explicar lo que ya yo pienso, así es que yo voy a aceptar la realidad de que el Chupacabras existe’”.

Mónica Feliú Mójer es experta en la comunicación de las ciencias. Sabe que todos buscamos formas de explicar lo inexplicable. Y estas leyendas, mitos y teorías de conspiración se propagan porque le confirman a las personas una visión de mundo, o un sesgo, que ya tienen. En el 2020, hemos batallado bastante contra esto. ¿Cuál es la mejor manera de hacerlo?

Mónica Feliú Mójer: “Más allá de qué es lo que puede hacer la ciencia, es cómo los ciudadanos podemos adoptar ese pensamiento científico que fundamentalmente es cuestionar. Antes de creer una información, antes de compartirla porque ‘esto me pareció interesante, no estoy segura si es verdad, pero lo voy a zumbar como quiera’”.

A veinticinco años de su debut, el chupacabras sigue vivo en el imaginario colectivo. Y aunque tal vez ya no se le asocie con un monstruo aterrador, se sigue colando en los titulares de vez en cuando y cargando con culpas seguramente ajenas.

Archivo Carmen Jovet: “Aunque algunos periodistas locales le han sacado el cuerpo por temor a calentarse o a que los ridiculicen, el Chupacabras ha aparecido en el New York Times y en el Washington Post. Increíble… pero cierto”.

Y ahora, el Chupacabras llegó a En qué quedó.

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