Godard entra en la década del 80 con un doble movimiento: por un lado, emerge con renovado impulso, vuelve a filmar en 35mm, juega a pensar que dirige una "primera película", a sus 50 años —Sauve qui peut (la vie)—; por otro, se siente desgastado, contra la espada y la pared, obligado a construir para sí un imaginario totalmente nuevo, uno que no tenga que ver con su leyenda juvenil ni con sus años fuera del sistema. La respuesta a esta situación insostenible es una trilogía de películas, temáticamente conectadas e increíblemente ambiciosas: Passion (1982), Prénom Carmen (1983) y Je vous salue, Marie (1985). Un filme acerca de la relación entre arte y sociedad (usando como telón de fondo los clásicos de la pintura europea y el viejo recurso del "cine dentro del cine"). Una película sobre la belleza en términos brutales (partiendo de la base de un argumento que de tan usado se ha vuelto vulgar). Una meditación en torno a la relación entre hombre y divinidad, cuerpo y naturaleza, mirada y manifestación artística de esa mirada. A décadas de distancia, uno no puede sino admirar hasta qué punto el compromiso de Godard con esa intuición se encarna en pantalla en términos tan frontales, a riesgo de quemarse él mismo en el proceso. Tal como dice Alain Bergala en su libro acerca de este período áureo: "nadie mejor que Godard". Sobre eso y otras cosas trata este podcast.