Lejos la mejor película chilena del año y de la década, esta trabajosa obra de animación muestra orgullosamente sus costuras y convierte sus estrecheces en virtudes para lanzarle al espectador una fábula sobre el fascismo contada por el líder de una secta fascista que los chilenos conocemos muy bien. Esta cinta de animación, que no se parece a lo que solemos ver dentro de este género, se cuelga de los cuentos infantiles para enunciar una verdad aterradora sobre nuestra condición de seres sociales, que hoy no puede ser más oportuna.