El hombre que Schrader repetidamente encierra en una pieza, esta vez es un sacerdote con pocos feligreses y algo más de clientela que le compra souvenirs de la histórica iglesia que regenta. Con un pasado de muerte y destrucción familiar, alcoholizado y con su cuerpo en galopante deterioro, este hombre de fe sin fe es contagiado por el sentir apocalíptico de nuestro tiempo (el evidente desastre ecológico), y Schrader se monta en lo que él llama el "estilo trascendental" para seguir su radicalización hasta el gesto final e inútil que se ha convertido en parte del sello de fábrica de este realizador. De eso y más hablamos en el podcast.