Con apenas dos películas, este director se ha vuelto un nombre a seguir gracias a la virtud de montarse impecablemente en los códigos de un género (o más de uno), y empujarlo más allá con: chispazos de drama, la detención en el detalle (de carácter o de proceso), y una medida y muy bien situada irrupción de la ultraviolencia. Una ultraviolencia que es el resultado de algo, el choque de algo cuando cae; jamás la trivialización de una mirada muy sombría del mundo. De esto y más hablamos en el podcast.