Con Los productores (1968) y Las 12 sillas (1970), Mel Brooks logró cosas en las que (lamentablemente) no quiso profundizar en su obra posterior. Tras encontrar su veta en la parodia -al western, con Blazing Saddles (1974), y al terror, con Young Frankenstein (1974)-, se embarcó en la relectura cómica de géneros y franquicias, con la que ganó merecida fortuna sobre una fama consolidada, pero nunca volvió a superar los abismos de histeria y desesperación de sus primeras dos cintas, ni el virtuosismo de Young Frankenstein. De eso y más hablamos en el podcast.